Mis sueños no están vacíos como mi conciencia parece estarlo.

Mis sueños no están vacíos como mi conciencia parece estarlo.
Tu fuiste el rayo que iluminó mi tormenta.

martes, 9 de noviembre de 2010

Una triste nota…

 

Ella estaba esperándole aunque sabía que él no iba a llegar. Le escribió una nota:

“A las 20:00h en la puerta trasera

Él tendría mejores cosas que hacer. Era un hombre ocupado, siempre trabajando para salir adelante, siempre intentando saber más y más aunque al parecer de ella ya sabía suficiente.

20:30h

Hacía frío. El invierno ya estaba cerca. El viento gritaba fuertemente haciendo que los árboles temblaran de miedo. Ella tenía que cerrar los ojos a causa del frío. Sus manos estaban heladas, sus labios estaban agrietados pero en su interior, la esperanza de que él iba a ir, le permitía aguantar aquél insoportable frío. Le temblaban las piernas y los dientes ya empezaban a castañear ¿cuanto tiempo iba a esperarle? Lo que hiciera falta.

Una voz en su interior le decía que fuera a casa, que abandonara esa absurda idea de esperarle. Pero ella era cabezota… como él.

20:45h

-O no… –se quejo ella cuando noto en su gélida mano caer una gota. El cielo estaba cubierto por unas nubes negras que incluso daban algo de miedo. Ella era una miedica, le daba miedo todo lo relacionado con la oscuridad y ahora la única luz que veía era la de una farola. Empezó a llover más fuerte y ella no tenía paraguas y… un relámpago cruzó el cielo acabando con un fuerte trueno que retumbo fuertemente.

Tenía miedo. Estaba sola en la calle, lloviendo más bien diluviando, sin paraguas… y él no llegaba.

-¿Dónde estas? Tengo miedo… –dijo ella acurrucándose en un rincón.

La desesperación se apodero de ella y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin ella ser casi consciente. No las notaba. Tenía la cara tan helada que no notaba nada… solo un fuerte dolor en su pecho, un dolor que aumentaba cada segundo que pasaba.

Se levantó como pudo y pidiendo primero permiso a sus piernas comenzó a caminar rumbo a ¿dónde? Antes de irse dejó una pequeña nota pegada en aquella puerta trasera, una nota que se perdería en la tormenta al igual que una parte de ella.

Caminó. Y caminó.

Y cuando se dio la vuelta, no había recorrido ni la mitad de la calle. No pasaban coches, no pasaba gente… estaba ella sola.

Un ruido le llamó la atención. Un motor. Un coche, que se paró justo al lado de ella. Pero ella no podía soportar más la tristeza y lo último que recordó es que flotaba.

-Hikari…

¿Quien me llama? Alguien me nombra dulcemente pero tengo tanto miedo de abrir los ojos…”

-Hikari por favor…

“¿Por favor? ¿que pasa?”

-Hikari abre los ojos –dijo una voz rota.

Ella quería abrirlos, pero sentía sus parpados tan pesados y su cuerpo tan entumecido que ni siquiera pudo mover un dedo. Notaba calor en su mano ¿que era? Alguien se la tenía cogida y ahora ese alguien se la estaba besando. Noto como alguien le acariciaba delicadamente el pelo como su fuera de porcelana y noto unos cálidos labios en su frente.

-Hikari… –dijo la voz en un sollozo. Ella abrió lentamente los ojos. Todo estaba borroso. Muy borroso. Los volvió a cerrar por el mareo, pero lo intentó de nuevo teniendo una imagen ahora un poco más clara. La silueta que se hallaba delante de ella se levantó inclinándose quedando a escasos centímetros de ella.

Todo cada vez se hacía más claro y cuando lo veía perfectamente lo vi a él. Era él quien me acariciaba y era él quien me besaba la mano.

Me senté y comprendí donde estaba a la perfección: en su cama como otras muchas veces antes. No me atrevía a mirarle, tenía miedo de que me dijera aquello que tanto miedo tengo de oír. Pero… me abrazó. Me abrazó y lloró amargamente en mi hombro empapándomelo con sus lágrimas.

Yo le abracé. No me había importado estar bajó esa lluvia si luego este era el premio, lo volvería a hacer una y otra vez si hiciera falta.

-¿Porque me esperaste? –dijo él roncamente. Esa es una buena pregunta y yo tengo una buena respuesta.

-Porque te quiero –le dije sin pensar. Él me abrazó más fuerte y me besó la frente. Ahora estaba delante de mí y ver al hombre serio, frío… llorar, no me salían palabras de consuelo.

-¿Porque lo haces?

-Porque estoy enamorada de ti.

-Hikari… tu te mereces algo mejor.

-Eso lo decido yo.

-Hikari sabes que no soy ni cariñoso ni meloso, que no te voy a decir que te quiero cada cinco minutos, que no soy un príncipe azul.

-Pero yo no quiero nada de eso, solo te quiero a ti. Me basta con que me digas que me quieres una vez. Solo una vez.

-Te estas atando a algo que…

-No me estoy atando a nada. Estoy enamorada y quiero estar con la persona que amo ¿acaso pido tanto?

-No Hikari pero…

-No. Empezaste con peros y luego más peros… ya no quiero peros. Solo quiero saber que sientes, solo quiero… necesito sabes si me amas.

-A mi lado dejarás de ser feliz.

-Para ser extremadamente feliz.

Ella se fijo en algo. Los ojos de él, negros como el pozo más oscuro en los cuales semanas atrás estaban cadentes de vida, ahora brillaban hermosamente. Sus labios se curvaron dibujando una pequeña sonrisa en su rostro.

-Hikari… eres una cabezota –dijo él golpeándole dulcemente la frente con un dedo.

-Igual que tu –dijo ella cogiéndole la mano.

-Hikari… te amo.

-Y yo a ti –dijo ella. 

Él se sentó a su lado y le cogió la cara. Se quedó largo rato contemplándola hasta que sus labios cayeron sobre los de ella dulces y tiernamente, dejando atrás aquel mal sueño de dos, aquella pesadilla que se desvanecería al alba y que ambos se convertirían el uno del otro en la luz del sol que entraba anunciando el nuevo día.  

 

FIN

 

 

 

 

Limp Bizkit – Behind Blue Eyes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amo caminar bajo la lluvia porque así nadie sabe que estoy llorando.

                                  amor-lluvia

 

 

 

 

Att_Srta Crysta